lunes, 8 de agosto de 2016

LA AUTENTICIDAD COMO VALOR: En contra del maniqueísmo imperante

LA AUTENTICIDAD COMO VALOR: En contra del maniqueísmo imperante

La RAE (a la que hay que acudir muy a menudo) nos dice que AUTÉNTICO es, entre otras cosas:


1. adj. Acreditado como cierto y verdadero por los caracteres o requisitos que en ello concurren.

2. adj. coloq. Consecuente consigo mismo, que se muestra tal y como es. Es una persona muy auténtica.

El problema es la “diversidad” de lo que consideramos CIERTO o VERDADERO, dado el nivel de contaminación que existe en las informaciones que se proporcionan y también las “tragaderas” del personal para dar como cierta cualquier cosa, por absurda que sea.

Lo AUTÉNTICO se opone a lo artificial, a lo soñado, ideado. falso… y debería ser un VALOR esencial del ser humano, en contra de los maniqueísmos imperantes, esos que intentan reducir todo a bueno o malo, según los propios e individuales intereses del momento, sin términos medios que valgan.

En ese maniqueísmo, opuesto a la autenticidad se basa esa corriente exclusivista de ver lo propio (y único bueno, claro) como una esencia tan importante que toda otra identidad es considerada como confrontación, por más que eso que se defiende como propio sea una mentira mil veces repetida. Un ejemplo podría verse en los discursos de Trump y Clinton, por no poner un ejemplo cercano que escueza.

Ese maniqueísmo está en Europa y dentro de nuestras fronteras: EL BREXIT de Gran Bretaña o las controversias culturales como ideología (LE PEN, p.e.). Son movimientos que suelen atraer a personas que se sienten desfavorecidas y necesitan proyectar su frustración en los demás para encubrir contradicciones económicas, hasta el punto que es el alimento de movimientos políticos que provocan más problemas que soluciones (bueno, soluciones no aportan ninguna).


También ese maniqueísmo hace refractaria a la sociedad o a grupos sociales al mestizaje (del que TODOS VENIMOS), a los movimiento culturales abiertos y da lugar a los nacionalismos identitarios, asentados todos en lecturas sesgadas (interesadas y falsas) de la historia. 

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