lunes, 12 de septiembre de 2016

CONCEPCIONES DEL APRENDIZAJE ADULTO Y UNIVERSITARIO (I)

Según la concepción imperante sobre el aprendizaje, normalmente adoptamos la perspectiva del profesor: el conocimiento se encuentra en el profesor y únicamente se requiere transferirlo al estudiante. Nuestra actividad fundamental como profesores consistiría, según esta manera de ver el aprendizaje en explicar al estudiante, comunicándole oralmente la información.
A juzgar por la extensión de esta forma de proceder, aparentemente asumimos que es efectiva. No obstante, la evidencia empírica demuestra claramente que en las clases frecuentemente los alumnos no atienden adecuadamente y sólo unos cuantos profesores tienen la habilidad de atraer a la audiencia durante un periodo de tiempo más prolongado. En todo caso, la evidencia demuestra que las clases magistrales, particularmente como método didáctico dominante, representan un modo pobre de transmitir la información.


La perspectiva del profesor en la concepción del aprendizaje se ve reflejada también en el modo como suponemos que los alumnos manejan la información. Acumulamos gran cantidad de información que consideramos importante ante el estudiante, suponiendo que éste sabe qué hacer con ella y que será capaz de utilizarla en cualquier otra situación. 

Y el caso es que una  persona, sobre todo si es adulta, aprende  cuando participa  implicándose  activamente  en su  proceso  de enseñanza y aprendizaje. Para   ello,  se plantea  dudas, formula   hipótesis,   retrocede     ante ciertos  obstáculos, arriba  a conclusiones parciales, manipula  objetos, organiza elementos.  

El aprendizaje  humano  se desarrolla  predominantemente  dentro de una  relación  de  tensión  entre    dos  factores:  uno    de  adquisición    de  conocimientos  y  experiencias    reunidas    por  generaciones  anteriores,  necesario  para la continuidad  de la  vida común   dentro  de la sociedad; el  otro, es la  persecución  de intereses  personales, objetivos   y  necesidades   de creación imprescindible  para  el  desarrollo  del potencial  y talento   individual.
     
La  capacidad  de aprendizaje  del adulto no disminuye  automáticamente  a  medida  que se va  aumentando  los años; su capacidad  mental  de  recepción,  de    adaptación    y  asimilación    depende    más  bien    de  la  intensidad  y duración  de los incentivos  adecuados  y de las  demandas     y exigencias  de su medio.

Los  adultos  no están menos dispuestos  para el aprendizaje  que los   jóvenes, pero su situación,  desde  el punto de vista   de la motivación, está  más  estrechamente  ligada  a  la práctica   real y a lo  personal.  La  necesidad    de  un  aprendizaje    continuo,  de    por  vida,  se  halla    aquí  fructíferamente    unida    a  su  necesidad    subjetiva    de    permanecer   mentalmente  ágiles.  
    
Los  adultos  tienen  que  ser  adecuadamente  motivados dentro  del  contexto  de  sus vidas  y  profesiones, puesto  que,  en general, no son  menos capaces  o están  menos  dispuestos para el aprendizaje  que  los   jóvenes.

Algunos autores llaman la atención sobre los tipos de conocimiento más importantes en el adulto. En concreto establece los siguientes:

a. El conocimiento declarativo, que es el que describe la realidad y se puede decir o declarar. Su  valor social es importante pero no es el conocimiento fundamental, porque la información  puede ser declarada por alguien que no entienda realmente lo que significan las palabras. El  término declarativo no se refiere al significado, sino al hecho de que la información puede ser  transmitida simbólicamente, normalmente en forma oral o escrita, pero también como  anotaciones matemáticas, gestos o cualquier otro símbolo.  Este tipo de conocimiento se adquiere leyendo, escuchando y conversando, es decir,   mediante cualquier forma de intercambio verbal. Puede ser transmitido y adquirido además  de mediante el lenguaje natural, a través del lenguaje matemático, de signos o Braille. Como  es obvio, éste es también el método más tradicional de enseñanza, la clase magistral.
b. El conocimiento procedimental, que se refiere a una secuencia de acciones que podemos  mostrar. Es un conocimiento automático e inconsciente (resultado de mucha práctica) que  puede manifestarse en la acción y que también se podría declarar si éste se hace consciente,  como cuando se describe una acción (por ejemplo, puedo describirle a alguien cómo utilizar  un programa informático).  Según este modelo el “saber hacer” o conocimiento procedimental sigue ciertas fases  hasta llegar a la automatización: 


  • 1 Fase declarativa: Deben darse unas instrucciones al aprendiz aunque esta descripción  de la acción no garantiza la realización del procedimiento (p. ej., el instructor describe  cómo se pone un coche en marcha)  
  • 2 Fase de compilación: distintas partes de una acción se reúnen formando un todo (p. ej.  se combinan los procedimientos de cambio de marcha, frenado, etc.)  3.  Fase de ajuste: El aprendiz no es consciente del conocimiento y actúa de manera  automática.



c. El conocimiento conceptual, que tiene que ver con los conceptos y que pueden considerarse  herramientas que nos permiten reducir la complejidad del entorno, así como, identificar los  "objetos" que hay en el mundo, reducir la necesidad de un aprendizaje constante,  proporcionar una dirección a la actividad instrumental y facilitar, ordenar y relacionar clases  de hechos. El conocimiento conceptual puede ser de dos tipos: categórico y esquemático.

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