jueves, 1 de septiembre de 2016

SOBRE LA EDUCACIÓN Y ALGUNOS DE SUS PROBLEMAS

SOBRE LA EDUCACIÓN Y ALGUNOS DE SUS PROBLEMAS

La educación es uno de esos temas recurrentes en los que es fácil reproducir la acción de “los tambores de Calanda” y pido perdón a todos los que participan en “romper la hora” y a la propia Calanda. Lo traigo a colación porque la educación es un tema en el que todos participamos haciendo mucho ruido (imaginen 10.000 bombos y tambores redoblando a la vez golpeados todos con fuerza), pero produciendo muy poca música. Vamos, que es un tema de fácil demagogia y de  fácil adscripción, porque TODOS tenemos una opinión que, en la mayoría de los casos, es tan poderosa que excluye a todas las demás. ¡sólo faltaría¡

La educación es, por otra parte, un tema fuertemente ideologizado, pues se trata de ayudar a formar (lo digo en el sentido clásico y positivo del término) ciudadanos, personas, para un mundo, una forma de vida, una sociedad… y todo eso es ideológico.


Lo uno y lo otro levantan tal polvareda que dejamos de ver y mirar la realidad con relativa facilidad. Nos olvidamos del EJEMPLO necesario para ayudar a los jóvenes a tener modelos en los que mirarse; nos olvidamos de que la escuela reproduce los conflictos sociales (a fin de cuentas no es más que una institución social más), conflictos que  es preciso solucionar no solo desde la perspectiva de los propios conflictos o de los elementos conflictivos, sino también de las mayorías (del tamaño que sean) silenciosas; nos olvidamos que existen problemas en nuestro sistema educativo (muchos problemas), formando una red de variables que no podemos reducir porque sí, que no podemos tratar sólo desde el optimismo antropológico o desde el pesimismo catastrofista, sino desde el realismo y ese realismo no suele existir en la opinión publicada ni en muchas de las soluciones que se pregonan con voces y sin pausa; nos olvidamos que un centro educativo o un aula son construcciones sociales complejas, que no se arreglan o conducen con TICs  u otros recursos, sino con CONTROL, que no se puede confundir con autoritarismo; nos olvidamos que sin CONTROL y sin un mínimo convivencial no puede existir aprendizaje; nos olvidamos que en el aprendizaje intervienen muchas variables, no sólo relativas al alumno o al profesor, a los recursos o a la denominada (y denostada) disciplina y esfuerzo; nos olvidamos de la responsabilidad que con la educación tiene la sociedad en su conjunto, las autoridades, los “héroes” encumbrados en cada momento y los valores que representan, los medios de comunicación, el bienestar docente y , sobre todo, LOS PADRES Y MADRES; nos olvidamos que los profesionales (maestros y profesores) necesitan un marco de libertad y de condiciones mínimas para ejercer su acción; nos olvidamos que la educación requiere, en su desarrollo práctico, de soluciones que no pueden ser las mismas para todos, sino las “apropiadas” para cada uno o para cada circunstancia; nos olvidamos que, no siendo todos iguales (ni falta que nos hace), nos necesitamos todos y todos debemos ser atendidos educativamente; nos olvidamos que la educación es una tarea complicada y compleja, que no se arregla por usar tecnologías o por introducir pequeñas o grandes mutaciones, más o menos virtuales, que afecten parcialmente al proceso, sino por la acción de docentes y discentes, por la metodología, por la actividad, por la armonía en la acción de las variables que inciden en el proceso de enseñar y aprender.

Ya he dejado anotado que vivimos un mundo cargado de romanticismo pedagógico, que provoca acciones contemplativas hacia el desarrollo de las personas, cuando eso no conduce a ningún sitio, a pesar de los discursos (interesados los más de ellos) de ciertos gurús de la creatividad (que se suele confundir con salirse de la norma) y del naturalismo individualista

Ni lo uno ni lo otro es válido hoy ni lo ha sido nunca, porque la sociedad marca más allá de lo que creen los místicos de la educación, como lo hace la propia naturaleza y/o la cultura (entendida como lo enunció la UNESCO en su momento).

El romanticismo al que hacemos referencia es una ingenuidad que impide el desarrollo de las personas, porque no entiende de la complejidad del ser humano ni enuncia su esencia total, porque se aleja del sentido común, del valor del individuo en su consideración particular y social.

Pero eso, el resultado que estamos teniendo es fruto de la espontaneidad y superficialidad en la que vivimos. No debe extrañarnos. La espontaneidad lleva a la desprofesionalización.

Todo vale y todos valemos para todo, solo faltaría, esa es la nueva filosofía, a falta del sentido común al que nos referíamos antes.

Hay que INVESTIGAR y no solo opinar para conocer y mejorar y hay que hacerlo desde todas las perspectivas que hemos indicado si queremos hacerlo de un modo coherente y permanente.


Está claro que las acciones que se deriven de esa investigación han de ser aceptadas de modo consensuado para que las mejoras propugnadas tengan vigencia, validez y significación.

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