jueves, 3 de noviembre de 2016

LA INTERVENCIÓN EN EL ÁMBITO SOCIAL (VI): LA ESCUELA

LA INTERVENCIÓN EN EL ÁMBITO SOCIAL (VI)
LA ESCUELA
Cuando no era obligatorio ir a la escuela, el niño que tenía dificultades para aprender, para adaptarse, se quedaba en la calle o en casa. Pero en el momento en que la enseñanza es obligatoria por ley, acuden a las aulas todo tipo de niños. Pero no todos pueden adaptarse y aquí empiezan los problemas. Es, pues, la extensión de la enseñanza primaria y secundaria, la que provoca que la cultura de la pobreza entre en contacto con el saber académico, provocando no pocas colisiones.
Sabemos que cuanto más rígido y estandarizado es el sistema escolar, mayor conflictividad se genera y mayor es el número de alumnos que abandona la escolaridad obligatoria. No es ese nuestro caso, pero aún persisten algunas dificultades en nuestro sistema con las que se debate la escuela: como la rígida organización de los cursos, el número excesivo de alumnos, algunas deficiencias pedagógicas de los profesores, la ausencia de recursos educativos adecuados o la desconexión de la escuela con el entorno que le rodea.

Hay quienes piensan que la escuela, que ha tenido históricamente un papel socializador, hoy en día no da una respuesta adecuada a las necesidades educativas. Con todo, hemos de reconocer que se están produciendo en los últimos tiempos importantes cambios conceptuales en el marco educativo, en el cual se ha ido abriendo camino una concepción de escuela con una función social y educativa de favorecer el desarrollo de todos los alumnos, sean cuales sean sus características individuales y las propias de su entorno; así, pues, una concepción de escuela abierta a la diversidad. 
Pensamos que actualmente la escuela intenta satisfacer las demandas educativas de los alumnos, sus necesidades específicas, a la vez que intenta proporcionar los medios adecuados para que cada alumno alcance los objetivos educativos en unas condiciones lo más normalizadas posible. 
En este sentido es fácilmente asumible que a la escuela le corresponde también detectar los problemas y canalizar las actuaciones de respuesta a quien corresponda (en el caso de que sean problemas escolares, la escuela ha de organizar los mecanismos de actuación para que se atienda al niño institucionalmente; en el caso de que sean problemas no escolares -niño enfermo, maltratado, ...- es necesario establecer vínculos con otros servicios (servicios sociales,…). También le corresponde actuar de la forma menos discriminatoria y más eficaz. 
Le debemos al Warnock Report (1978) la introducción del concepto de "necesidades educativas especiales”. Decimos que un alumno tiene necesidades educativas especiales si se le aprecian dificultades de aprendizaje que hacen necesario disponer de recursos educativos especiales para atender a tales dificultades. Pues bien, el derecho a la educación exige respuestas adaptadas a las “inadaptaciones” que tenga cualquier individuo, a sus necesidades educativas especiales. 

La educación ha de ser "individualizada", ha de responder a las características y necesidades concretas de cada individuo, ha de respetar las diferencias. Para ello se han de adoptar programas y métodos a situaciones y sujetos concretos, es decir, a individuos que por factores personales, familiares o sociales no se adaptan o están en peligro de no adaptarse a las normas socialmente aceptadas. 
El currículum de los sujetos con necesidades educativas especiales es el currículum ordinario de la enseñanza obligatoria, pero con las adaptaciones necesarias a las posibilidades de cada alumno.
La escuela, para compensar los problemas y déficits que presentan los alumnos, ha de partir del conocimiento de sus alumnos y de las necesidades concretas que presenten. La respuesta está en avanzar hacia un nuevo modelo de acción educativa, centrado en la especificidad de los alumnos y en el que se disponga de los recursos humanos y materiales necesarios, así como de un profesorado preparado, capaz de detectar estos problemas y de adaptar la organización escolar y la conducción de los procesos de aprendizaje a los diferentes ritmos de sus alumnos(como estableciera en su momento Hegarty, 1988: 12). 
Este modelo de acción educativa, entre otros puntos, habría de tomar en consideración: 
  • Un sistema escolar flexible y planificado, teniendo en cuenta la realidad contextual, 
  • La adaptación de la enseñanza al alumno, tener en cuenta su personalidad, capacidad y ritmo, para lo cual la escuela debe: 
  • Una enseñanza eminentemente práctica

En definitiva, la repuesta escolar a los problemas de inadaptación ha de venir de la mano de una educación significativa y pertinente, alejada del memorismo, uniformismo, pasividad y poca significatividad.

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