domingo, 11 de diciembre de 2016

HACIA UN NUEVO ESCENARIO EN LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO (I de II)

HACIA UN NUEVO ESCENARIO EN LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO 
(I de II)

Como hemos visto y anotado en numerosas ocasiones, asumimos que las cosas están cambiando, aunque nos cuesta determinar los perfiles de eso que está cambiando e, incluso, de los propios cambios. Por ello quizá sea buena detenernos, por más que sea brevemente, en la descripción general de los parámetros configuradores de los cambios que nos afectan antes de entrar en cuestiones que se refieren específicamente al mundo de la organización del trabajo.

Las transformaciones que vivimos vienen, globalmente, de la mano de tres factores: la innovación tecnológica, la globalización y la información. Se puede argumentar que realmente el factor es uno: la renovación tecnológica, pues, en puridad, los otros dos son consecuencia de éste, pero aún así preferimos situar los tres.

El primero, la innovación tecnológica, está provocando, en el ámbito en que nos hemos situado (la organización, el trabajo, la formación y las TIC), un cambio en la competitividad y en el mundo de las cualificaciones; el segundo, la globalización, está incidiendo en la economía y en el mercado de trabajo y el tercero, la información, está acelerando las transformaciones y el crecimiento e importancia del conocimiento.


En ese marco, la formación se está convirtiendo en un factor estratégico, aparte de en una necesidad permanente y en un factor de  ayuda a la competitividad y a la promoción. A la vez esa formación, por la influencia de las variables que subyacen en cada uno de los factores indicados, viene requiriendo más referentes, en el sentido de que no se hace preciso tomar en consideración solamente el ámbito científico y el de las personas, sino también los relativos a la economía, la sociedad, la empresa o la propia tecnología. Esa consideración, por otra parte, ha de ser dinámica, en el sentido de que se requieren adecuaciones constantes.

De ahí que se diga, por ejemplo, que están aumentando las demandas de formación, que se requieran formaciones más dilatadas en el tiempo y que se defienda que formarse hoy requiere:
  • Adaptarse cultural, social, laboral, profesional y personalmente.
  • Aplicación a los procesos de comunicación y producción y a las nuevas concepciones.
  • Compromiso, iniciativa, adaptabilidad, participación.
  • Potenciar habilidades organizativas.
  • …/...

O que se demanden respuestas formativas más diversificadas, más específicas, más diferenciadas, más especializadas y que se piense que la formación continua de los trabajadores sea uno de los métodos más efectivos para preparar y provocar cambios en las organizaciones y que sea el elemento estratégico que las puede situar en posiciones de ventaja para afrontar nuevos retos en una realidad sociocultural dinámica y compleja.

Pero quisiéramos detenernos, siquiera sea mínimamente, en algunos conceptos que hemos señalado. Se habla mucho de la “sociedad de la información”, pero ¿cómo señalar sus perfiles?.


Vivimos nuevos tiempos, como decíamos, marcados  por varios acontecimientos que han transformado nuestro paisaje social (Castells, 2000):


  • Una revolución tecnológica centrada en torno a las tecnologías de la información.  
  • Una interdependencia mundial de las economías.  
  • La reestructuración del capitalismo (mayor flexibilidad en la gestión, descentralización  e interconexión de las empresas, aumento de poder del capital frente al trabajo, declive  del movimiento sindical, incorporación masiva de la mujer al trabajo retribuido,  intervención del Estado para desregular los mercados y desmantelar el Estado del  bienestar, integración global de los mercados financieros, etc.)  
  • Un nuevo sistema de comunicación, que integra la producción y distribución de  palabras, sonidos e imágenes. Redes informáticas interactivas en continuo movimiento.
  • Cambios sociales importantes (debilitación del patriarcado, redefinición de las  relaciones entre hombres, mujeres y niños, y por ello de la familia, la sexualidad y la  personalidad, etc.).  
  • La presencia de una conciencia medioambiental creciente.  
  • Sistemas políticos en crisis estructural de legitimidad (salpicados periódicamente por  escándalos, dependientes del respaldo de los medios de comunicación y del liderazgo  personalizado y cada vez más aislados de la ciudadanía...)   
  • El reagrupamiento en torno a identidades primarias (religiosas, étnicas, territoriales,  nacionales) a la búsqueda de la propia identidad en un mundo de flujos globales de  riqueza, poder e imágenes.  
  • La fragmentación social.

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